miércoles, 19 de noviembre de 2008

En el nombre de Ángel Juan

A quien fue, es y será parte de mí,

te echo de menos. Hace más de un año que tus maltratados pulmones decidieron que ya era suficiente. Estoy seguro que incluso ellos, a los que citabas día a día con el señor Marlboro (casi hora a hora), están orgullosos de haber escoltado, durante más de medio siglo, al corazón más grande que ha conocido jamás el planeta Tierra, y parte del barrio de Carabanchel.

Porque ese era tu barrio. Allí naciste, allí hiciste tus primeros amigos (de los miles que conquistarías), allí traveseaste de cani, allí jugaste tus primeros partidos como profesional, allí conociste a mum,… Siempre he creído que todos llevamos en nuestra forma de ser las raíces del lugar en el que nos hemos criado. Seguramente, todos esos falsos cosmopolitas que reniegan abiertamente de su origen no hagan con esa actitud sino reafirmar la personalidad propia de su ciudad o barrio de la infancia.

Carabanchel huele a desparpajo. Popular, bullicioso, ajetreado, descontrolado, impulsivo, racial…Así veo a tu barrio. Así te veo a ti. Paseo por Vía Carpetana y te veo jugando a las cartas con los gitanos; llego hasta el Campo de La Mina y se me ponen los pelos de punta recordando tus tardes de central en el Cara; me paso por los alrededores de Vistalegre y me invitas a unos churros en aquella chocolatería que llevaba tu amigo valenciano…

Eras tierno. Desde Jorge, pasando por Vanesa, Alfon, Inés y María. Tu cara al verles expresaba una emoción poco común. Te mezclabas con nosotros. Volvías a tu niñez por unos momentos y te unías a nuestro grupo como uno más. Desvivirse. Eras capaz de eso y mucho más por cualquiera de nosotros. Te has ido vacío de cariño. Lo has dado todo y no sé si hemos sido capaces de devolvértelo. Un corazón tan grande es difícil de llenar pero a fe que lo hemos intentado con todas nuestras fuerzas.

¿Te acuerdas de aquella mañana de otoño en la Ciudad Deportiva? Llegamos tarde, como casi siempre, pero con unas energías que rayaban el éxtasis. Jugué y me cogieron. ¡En el máximo rival del equipo de tus amores! Y allí estabas tú, el más feliz del mundo. Seguramente, ni aunque mis pies hubieran ido a dar con el Manzanares aquel día tu sonrisa habría sido tan sincera y radiante. Durante más de 25 años, tú has sido el único hincha atlético que se entristecía cuando el Madrid palmaba. “No pasa nada, Pablo, piensa que nosotros estamos peor”. Jajaja, ese era tu consuelo. Siempre sacando la cara por los demás.

Y todas aquellas tardes llevándome al Pardo a entrenar. Bajando a vernos a Las Eras en aquellos veranos de fantasía en tu añorado Arroyomuerto. Enseñándonos a nadar en la recién estrenada piscina del huerto de la calle. A montar en bici, a conducir, a jugar al ping-pong, a querer. Porque verte era ver comprensión, sosiego, consejo, cariño, pasión, alegría. Eso sí, eras poco de medias tintas. Nervio, raza e intensidad dulcificados con un poco de paciencia (sólo un poco) daban como resultado una persona inflada de temperamento y también de bondad.

Las sobremesas viendo el Tour, o tus somníferos preferidos, los Documentales de La 2. Los churros y las porras para desayunar los fines de semana (en los últimos años eran casi más para comer…), tu barita mágica en la cocina…Nunca ha habido, ni habrá una tortilla de patatas tan sabrosa, deliciosa y absolutamente genial como la tuya. Esos boquerones en vinagre, esas ensaladas aliñadas para piratas (así ha salido Flor, jeje)…Siempre con la radio, y con la sonrisa. Echo tanto de menos esa sonrisa…Malditos dientes…

Una voz inconfundible (aunque Jorge y yo hayamos tratado de igualarla, sin éxito, por supuesto), y un bigote que se fue haciendo madridista te acompañarán siempre. La de horas que te tiraste esperándonos a Flor y a mí en la escuela de música…No te imaginas el gozo que sentía al verte los días que tenías reunión con el tutor en el cole. Eras el primero en confiar en mí. Siempre creíste más en mí que yo mismo.

Mirar hacia atrás en situaciones difíciles era verte siempre. Tu mano sobre mi hombro y un gesto de asentimiento eran suficientes para que los miedos desaparecieran. En aquellas horribles tardes de dentista, en la operación, en las dudas universitarias, en las crisis familiares, en los problemas de amores,…por allí siempre pasaba Ángel Juan o Juan Ángel, tanto monta, monta tanto. Era un alivio tenerte cerca. ¿Seguridad? Absoluta, a tu lado.

Maldigo la mala suerte que te acompañó en los últimos años. Un cruel sufrimiento inmerecido que tú, enfrentándote con tu inseparable valentía, combatiste día a día pero que, a la postre, fue haciendo herida en tu alma. Hasta el hombre más virtuoso del mundo era retado por el destino. La enfermendad, la presión, el exceso,…demasiados enemigos unidos al mismo tiempo. Aún así, acabaste con todos. Una victoria digna de tu Atleti en la Champions o de tu Cara en Tercera. Un triunfo a base de tesón, de no tirar nunca la toalla, de luchar hasta la extenuación. Tu victoria.

“Eres igualito que tu padre”. Otra de las frases que más he escuchado en mi vida. Y nada que me haga más orgulloso. Las similitudes se quedan, en su mayoría, en el casco. Por desgracia para mí, el puesto de mandos no es tan parecido. Jorge, Flor y María. Seréis ansiosos. ¡Qué poco me habéis dejado! Me queda tu recuerdo y el orgullo de ser hijo de aquel carabanchelero alegre, inquieto y con un corazón de oro que lo fue empeñando poco a poco por todos nosotros. Por todos.

Da besos de mi parte por allí arriba a todas las personas que se han ido, llevándose consigo un pedacito de mi vida. No pasa un día en el que no me acuerde de vosotros (Chelo, Patro, Tomás, Alfonso, Paco, Volga…y tantos otros).

Tan parecidos y tan distintos…ojalá fuera "igualito" que tú.

Te quiero.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Emotivas palabras escritas sin ninguna duda con un pedazo de corazón como el que tú tienes. Un beso Pabbles.

Alfonso dijo...

Cada frase escrita en este relato lleva consigo un enorme amor y aprecio. Es increíble como transmites tus sentimientos y lo precioso que son esos momentos que has vivido junto a tu padre. Creo que no hay nadie que pueda describir mejor que tú lo grandísima persona que él ha sido. Su corazón y su alma eran tan fuertes que sigue presente dentro de quienes llevamos un pedacito de él.
Te quiero primo, te quiero tío Juan.

Athenea Mata dijo...

Eres un 'cielo'... Y desde allí precisamente es desde dónde tu padre te cuida y te observa admirado...
Un bs enorme para mi tío y mi primo que tanto se parece a él, y desde luego, no sólo en el 'casco'...