viernes, 7 de noviembre de 2008

Confesiones (tardías) de un norteño a una sureña

A ti,

supongo que algún día tocaba hablar de esto. Borbotones de sentimientos y chorros de sensaciones personales. No voy hablar ni con el cerebro, perdedor al Brain Training; ni con las manos, agarrotadas de tanto apretar aquel corazoncillo de gomaespuma; ni con el corazón, usado como pelota para jugar aquel partido de tenis que nunca llegamos a disputar; ni tampoco con mi atrofiado sexto sentido que tantos disgustos me ha traído. ¡Qué lo haga el alma!, que siempre es sincero y no se deja llevar por las emociones. Allá vamos.

Seguramente haya cometido uno de los mayores errores que se puedan cometer, y que en mi caso no han sido pocos, la verdad. Uno mismo sabe diferenciar cuándo se ha equivocado en pequeñeces y cuándo la cagada puede tener consecuencias irreparables. Creo que yo estoy en la segunda categoría. Seguro. “Ya es demasiado tarde”. Cuántas veces me habrán dicho esa frase…Demasiado tarde porque ya no hay vuelta atrás, porque las segundas oportunidades sólo se dan en las películas, y porque lo que hiciste en el pasado (o más bien, lo que no hiciste) te suele acompañar de por vida. ¿Hay alguien con una máquina del tiempo en la sala? Ofrezco ricas napolitanas y limonadas del Mercadona, y hasta algún triángulo de regalo -instrumento musical indispensable para dibujar preciosas canciones como Francisco Alegre.

Recuerdo aquel jueves 3 de julio en la cafetería charlando a tu lado con Raquel, María y demás compañía, de las tapas tan ricas, pero tan raras, que me habían puesto en el Congreso del día anterior. Yo pensaba: esta tía nueva que entra aquí pensará que soy el más friki del mundo (hasta que conociste a tu sustituto en la empresa, espero, jaja). Desde aquel día, tengo archivados por orden alfabético todos y cada uno de los encuentros (con palabras de por medio, o no) que mis ojos tuvieron con tu presencia. En tu odiado metro, en los cafés matutinos –aunque yo los recuerdo vagamente por mi somnolencia crónica mañanera-, en tus viajes de ida y vuelta al baño, en tus despedidas hasta el día siguiente mientras otros dos amigos y yo departíamos en la calle…Fue un verano diferente. Trabajando y disfrutando. ¡Qué contradicción! Mariposas en la tripa, el corazón a mil, las palabras que se traban, el estómago que se cierra (ni un mísero bocata cantábrico, joe)…Esa chica tenía algo especial.

Aquel día en el Plaza Norte (perdona, jajaja) un huracán pasó de refilón a mi lado y me descolocó totalmente. En el McDonald’s, hablando de Canadá, de tu cole de pijos con uniforme y bañador, de las macetas de sangría en El Alquimista,…luego de tiendas, aquella que buscabas de regalos, la Fnac, aquel paisano salmantino de la parada, una apuesta que acabó en empate (aunque la mía era anterior)…Luego vacaciones y msn. Bueno msn no, o sí, pero sin hablarte. Seré idiota. ¿Dónde te has dejado la iniciativa, Celticman? Es preferible pedir perdón a pedir permiso. Era así ¿no? Apuntado queda. Pero “demasiado tarde”…

Es la primera vez que me paso las vacaciones de verano deseando volver al curro, y no precisamente por los madrugones ni por “mrs. goodmorning”. Estabas conmigo en Gijón; en Salamanca; en el banco del parque con los amigos; en casa de Jhona grabando el programa; con Victor jugando a la Play; viendo a Pau & Company poniendo contra las cuerdas al NBA Team; en el Bernabéu viendo al Madrid y al Sporting; con Nacho en Ópera; en el concierto de The Wombats (ahí en cuerpo y alma); viendo con Rosa en La Vaguada Vicky, Cristina, Barcelona; hablando de la vida con Chiki y Raffa; escuchando a Wilco tocar Impossible Germany con Salva;…Arrasando con todo, ahí estabas tú. En la cabeza y en el corazón. En el Norte y en el Sur.

Los puntos suspensivos de la sonrisa perenne. Que se partía de risa (forzada muchas veces, ejem ejem) con mis conflictos diplomáticos con los italianos y de mis aventuras con los oculistas sacados de la peli Hostel. Que se tronchaba con la historia que precede a mi “amor” por Zaragoza. Los problemas dejaban de ser problemas con esa cuarto menguante tumbada de oreja a oreja. Por Madrid, un duende con mirada zaina, nada triste. Y con palestino, y no del Zara precisamente. Aquel chaval (no saquemos el tema de la edad, jaja) de las extrañas manías había caído de lleno y sin paracaídas en una de las historias de Pon&Zi (no de HellowKittie ni WinnieThePooh). Aquel exgraffiterometalerohiphopero sentía la necesidad de echar unas caladas a la graciosa, pequeña y preciosa cachimba que la Universidad Carlos III guardaba en su Facultad de Humanidades, Comunicación y Documentación (es lo único que le falta a la Autónoma). Aquel desconectador profesional de conversaciones y eterno estudiante de Historia del Periodismo Español (pero con dos matrículas, ejem ejem) se había enamorado de una guionista de autobuses a la que 13 rosas logró sacar alguna lágrima que otra. Aquel abogado y casiperiodista que vio en el Puerto de La Coruña una obra de dimensiones titánicas pensaba segundo a segundo en una futura inquilina de un piso de la céntrica calle de Fuencarral. Pero aquel tío melón nunca se decidió a pasear su viejo, pero útil, Cari por las calurosas tierras del sur, desde la que apenas se divisan las 4 Torres.

Hay personas que tienen mala suerte perdiendo trenes y ascensores físicamente, y también los hay que la tienen perdiéndolos metafóricamente. Conozco a un superhéroe al que le sucede lo segundo. Estuvo semanas y semanas cargando en su mítica mochila John Smith con un triángulo que pedía a gritos un viaje al sur de Madrid, pero que nunca tuvo narices para decidirse a hacerlo. Un superhéroe enamorado de la copla que solía perder apuestas a sabiendas, sólo para garantizarse volver a ver a una nota musical. Un superhéroe ciego que acostumbraba a hacer niñerías, como dejar de hablar y mandar mails, a una pequeña hobbit sólo por indicios de presencias de otros punto y comas. Fotos, conversaciones por el msn, llamadas al móvil, salidas a tomar algo, un cine,…Alguien hizo todo lo que dejó de hacer el amigo de Peter Parker, que debería haber aprendido de cómo actuó su colega neoyorkino con Mary Jane. Pero escogió el camino equivocado, el que lleva a ninguna parte. Bueno, esta senda sí que tiene destino: Friendshipville.

Se suele decir que todo tiene una moraleja. El problema es que ésta tiene aplicación para los actos futuros y el futuro es muy caprichoso, y muy cruel cuando acaba de terminar de ver la gala de Gran Hermano. Mi futuro está en el pasado. Unos tres, cuatro o cinco meses atrás, aproximadamente. Repito: ¿Se ha traído alguien hoy la máquina para viajar en el tiempo? El tiempo. Jugando siempre en campo contrario, con el firme embarrado y dos linieres novatos. Así gana cualquiera. Bueno, habría que verle jugando al ilikechallenge (ai laik). ¿El Señor Tiempo será de los que abre los ojos debajo del agua? Seguro que aún usa burbuja. Él no se hunde, pero sumerge las esperanzas de chatarreros amantes de las palomitas de microondas. Los sueños del hijo del helecho eran un escaparate habitual para que la dueña de Wendy, e ídola (del sur) de Mario, se desenvolviera cual Charlize Theron en el papel protagonista de la película. Pero eran eso, sueños. Ahora casi prefiere ni cerrar los ojos por miedo a la aparición de cameos inesperados, a la emisión de una película en blanco y negro o, lo que es peor, al cierre definitivo del cine.

La indecisión. Fanta, Kas, Trina, Schweppes,…Esta es la cuestión. No es baladí. Puedes creer que la Fanta está esperando que la bebas, cuando lo que está pensando realmente es que eres un melancólico aburrido seguidor de Coldplay, y que lo que más te conviene es que pidas Kas. El caso es que yo quería, y deseaba (amigo psicoanalista), a Fa nta, pero no la pedí. Llegué a la barra y comencé a hablar con el camarero. Hablamos horas y horas, conversaciones amenas, graciosas, interesantes, poco personales… De música, de cine, de viajes, de periodismo, de todo lo habido y por haber en la Galaxia, menos de la bebida que realmente deseaba. – Quiero una Fa nta, por favor. Es posible que luego no les quedara o que la última que les quedara se la hubiera pedido antes otro cliente, pero al menos habría dejado claro mis gustos.

¿Tanto te costaba pedirla joven padawan? Pues sí que le costó, sí. Tanto que no lo hizo. Y que se tuvo que marchar del bar sin escuchar la actuación musical de esa noche. Una chica joven, vitalista, inteligente, comprensiva, guapa y bajita que tocaba la guitarra de escándalo. Antes de abrir la puerta para marcharme, me giré y pregunté con interés, -¿de dónde viene esta estrella a la que apodan “la crack”? -Del Sur.

8 comentarios:

chernobilita dijo...

Cualquier palabra será una mezquindad y una grosería después de leer cómo se vacía un alma, así que solo diré que sabes que me tienes aquí, compañero. Para lo que quieras.

Marta dijo...

Estoy de acuerdo con chernobilita. Sólo decirte que ese alma es tan grande, tan buena, tan genial e increíble como su dueño. Y espero que tanto ella como él no cambien nunca.

Unknown dijo...

¿Por qué es tarde amigo? Nunca lo es si la dicha es buena, recuerda. Deberías plantarte delante de tus sueños mirarlos a la cara y desembuchar tus sentimientos. No tienes que esperar ya nada. Al menos, rendir cuentas con tu alma y con tu conciencia.

Anónimo dijo...

Prefiero pedir perdón que pedir permiso

Anónimo dijo...

Nunca sabras si es tarde o no, hasta que no lo intentes, y aunque ahora, quiza, por la razón que sea, no sea el momento, es posible que algún día llegue, y todo esto se convierta en una anecdota.

Piensa que todo en esta vida da muchas vueltas, muchos viajes, muchas idas y venidas.

Anónimo dijo...

Pablo, es cierto que hay trenes que sólo pasan una vez en la vida, y que si no los coges los pierdes para siempre. Pero, ¿sabes qué?, estoy segura de que pasarán muchos más trenes para ti, porque eres una persona genial, esos ya no los perderás.

No sé si los cinco años que pasaste/pasamos en derecho te/nos sirvieron para algo. Pero veo que los de periodismo sí... escribes muy bien...

Te mando un beso fuerte... no te vayas del andén, ¿vale? ;)

Anónimo dijo...

Esa zaina y que es un crak como imagino que ya te habrás dado cuenta , necesita tanto cariño in teligente como el tuyo que mi cinsejo es que no desistas, la Gran Vía hace milagros, asi como el starbucss, un paseo por la casa de el libro o un pequeño viaje, La Capilla Sixtina la tiene pendiente. Animo sois merecedores de lo que querais en esta vida.

Pablo dijo...

Jeje, Fa es muy muy grande, pero q esto quede entre tú y yo, no sea q ella se entere se le suba a la cabeza y cambie su forma de ser :). Sobre lo otro, nuestra amiga es muy feliz ahora y eso es lo importante :). No se pueden forzar las cosas... Pero eso no kita para salir x Gran Via, la Fnac o Roma (siempre q conduzca ella, jaja). Gracias por el comentario ;)