lunes, 9 de mayo de 2011

La Puerta del Sol

A las estrellas

Todo lo que pasa es siempre para bien. Me lo solía decir mum y todo el mundo sabe que las madres no se equivocan. Que tu equipo cayera estrepitosamente con un escándalo arbitral, que suspendieras una asignatura porque en el examen preguntaban los dos únicos temas que no te habías estudiado, que perdieras lo que más querías… todo siempre sucedía porque en el futuro las cosas iban a mejorar.

En el momento resulta increíble, casi hasta ofensivo, pensar que una desgracia debe ocurrir para que la situación torne feliz, pero la realidad es esa. La transformación de lo negativo en positivo es gradual, nunca inmediata, si bien, el talante con el que se afronta el suceso se antoja decisivo para divisar y asumir la mutación.

Todos hemos atravesado momentos que parecían acabar con nuestro mundo, pero siempre, siempre, siempre hemos remontado el vuelo. Porque es un instinto humano el sobrevivir, el querer disfrutar de la vida.

No sé si es fe, esperanza, ánimo, inconformismo o ilusión. No creo que influyan las creencias, sí el poder de la mente. En momentos de desesperación hay mucho amor, cariño y favor alrededor.


Esta es la historia:

"Érase una vez un rey al que le llegó el rumor de la existencia de un sabio que todo lo conocía. Ordenó a sus secuaces que lo presentaran ante él para hacerlo su consejero particular. De este modo, el monarca comenzó a llevarlo siempre a su lado y consultarlo sobre cada acontecimiento de importancia que sucedía en el reino. El consejo principal del sabio era siempre: “Todo lo que pasa es siempre para bien”. No transcurrió mucho tiempo antes que el rey se cansara de oír la misma frase una y otra vez.

El máximo mandatario era un gran amante de la caza y solía frecuentar los prados que rodeaban su castillo en busca de presas animales. Un día mientras cazaba, el rey se disparó involuntariamente con su escopeta un tiro en un pie. Preso de su dolor, se volvió hacia su consejero -siempre a su lado- para pedirle su opinión, y el consejero no varió su discurso: “Todo lo que pasa es siempre para bien”

Esta respuesta enfadó sobremanera al rey, que inmediatamente ordenó que encarcelaran a su consejero. Esa noche, el monarca bajó a la prisión para visitar al sabio, y le preguntó sobre su ingreso en la cárcel. El recluso respondió como siempre: “Todo lo que pasa es siempre para bien”. La cólera del rey alcanzó límites insospechados y decidió dejar al sabio en la celda.

Un mes más tarde, el rey volvió a salir de caza. Durante la batida se alejó demasiado de su guardia personal y fue capturado por los miembros de una tribu enemiga. Los nativos lo trasladaron a su campamento para sacrificarlo y ofrecerlo a sus dioses. Atendiendo a sus tradiciones, la tribu únicamente entregaba ofrendas perfectas a sus deidades y el rey parecía reunir todas las condiciones para ser el regalo ideal.

Sin embargo, cuando los nativos estaban inspeccionando al futuro cadáver para llevarlo al sacrificio descubrieron la cicatriz en el pie que había causado aquel disparo durante la jornada de caza. Por ello, los miembros de la tribu no tuvieron otra opción más que rechazarlo para el sacrificio. Liberaron al monarca y éste regresó a su reino.

El rey llegó su palacio y se dirigió al calabozo donde estaba su consejero, lo puso en libertad y le contó sus aventuras, aceptando que si no hubiese sido por el tiro que se infringió en el pie, habría muerto, y el sabio le respondió que gracias a que lo había encarcelado, él tampoco estaba muerto, ya que siempre estaba a su lado y no tenía ninguna herida que hubiera evitado su sacrificio en sustitución del rey."


Cuando todo parece un muro infranqueable, siempre se abre una puerta (o una ventana).